Al principio una pata puso algunos huevos y nacieron patitos. Todos los patitos eran iguales pero uno era diferente. Entonces, cuando la madre iba un día andando con sus patitos para que toda la gente viera que eran sus hijos, otros patitos empezaron a decir que el patito que era diferente era muy feo. Entonces sus propios hermanos también y cada día el patito feo escuchaba que era muy feo. Así que él mismo empezó a pensar que sí, que era feo.
Cuando creció, un día estaba nadando en un lago y vio a los otros patitos que también se habían hecho mayores. Tenía miedo de nadar cerca de ellos porque no quería que le llamaran feo otra vez. De repente, vio su reflejo en el agua y se dio cuenta de que no era un pato feo, sino un cisne muy bonito. La moraleja es que no se puede decir que alguien es feo por ser diferente, no es malo ser diferente. Alma, 2ºESO
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Abril 2019
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